El entrenamiento olfatorio es uno de los posibles tratamientos de la pérdida de olfato y consiste en exponer al paciente a varios olores, normalmente a 4 o 6, que él ya haya conocido previamente y lo que se busca es estimular la memoria olfatoria y que recupere el olfato perdido.
Debe iniciarse más o menos al mes de la pérdida, antes no tiene sentido ya que muchas personas lo recuperan por sí solos, y posteriormente tampoco porque se ha demostrado que cuanto más tardemos en empezarlo menos posibilidades hay de recuperación. Las sesiones de rehabilitación olfatoria las realiza el paciente en su domicilio. “Normalmente se recomienda realizarla dos veces a día y exponerse a entre 4 y 6 olores durante unos 10 o 15 segundos. Durante estas exposiciones se indica al paciente que intente recordar a qué le olía y evocar recuerdos asociados a ese olor. Se recomienda que los kit de rehabilitación tengan una esencia afrutada, una aromática, una mentolada y una floral”, explica el doctor Alfonso Santamaría, miembro de la comisión de Rinología, Alergología y Base de Cráneo de la SEORL-CCC.
Lo primero que tiene que hacer el paciente es ir al otorrinolaringólogo, que le hará un diagnóstico preciso, encontrará la causa de la pérdida de olfato y le recomendará el mejor entrenamiento para su caso.
Existen muchas causas que provocan la anosmia, unas de ellas son recomendables que se traten por rehabilitación olfatoria como, por ejemplo, la pérdida de olfato por el COVID-19. Sin embargo, otras de ellas como puede ser los pacientes que tienen pólipos no es tan aconsejable y requieren otros tratamientos como los corticoides intranasales o cirugías.
La anosmia por COVID-19 pertenece al grupo de las postvirales, que ya conocíamos antes de esta pandemia, y se ha demostrado que el mejor tratamiento para este tipo es la rehabilitación olfatoria. Debido a la incidencia del COVID-19 y la frecuencia con la que este virus ha generado esta pérdida ha aumentado la demanda de esta terapia de rehabilitación. Además, esta pandemia ha puesto en el foco al sentido del olfato, que era el más desconocido, a pesar de ser el que genera una memoria más duradera y, sobre todo, el que más emociones evoca.
“Para ver los resultados hay que tener un poco de paciencia y ser bastante constante. Es importante explicarles a los pacientes que no esperen mejorar en la primera semana. Lo mínimo recomendable es estar con el tratamiento durante tres meses, pero se sabe que se puede tardar en recuperar el olfato dos años después de haberlo perdido”, añade el doctor Santamaría.
Profesionales del olfato
Hay profesiones en las que se utiliza de forma continua el sentido del olfato por ejemplo los perfumistas, aromistas, enólogos, catadores, sanitarios, policías y bomberos.
Todas ellas son personas que trabajan con el sentido del olfato y lo tienen muy entrenado. “Cada día lo estimulan de una forma consciente ya que son cualidades que no son innatas”, explica la doctora Adriana Izquierdo, miembro de la Comisión de Rinología de la SEORL-CCC y coordinadora de la Unidad de olfato en el Consorci Sanitari de Terrasa. Estos profesionales se comportan como cualquier otro paciente y no tienen que acudir de forma periódica al otorrinolaringólogo.
El olfato es el sentido más utilizado en el mundo del neuromarketing, al ser el que más se asocia a la memoria. Las empresas invierten en la fidelización de su producto y este sentido está siendo protagonista. Hay marcas que tienen su propio odorante, su propio odotipo, y este hace que cuando entras a esa tienda la bienvenida es más cálida y el cliente asocia a algo positivo comprar el producto de esa marca.
Todas las profesiones en las que el olfato es un elemento esencial, como pueden ser los perfumistas, los enólogos, los chefs, son pilares muy importantes del país. España se reconoce por su cosmetología, su fragancia, su aceite de oliva, sus vinos y si las personas que están detrás de la selección de los productos vieran alterado su olfato, nuestra economía se vería afectada.
Esto le ha ocurrido a Rafael Palacios, viticultor y elaborador en Val de Bibel-O Bolo-Galicia, que estuvo tres semanas sin olfato, su herramienta de trabajo. “Fue muy duro a nivel anímico, viví en una incertidumbre porque sientes que estás en el limbo y no sabes cuándo vas a recuperarlo”, expresa.