La rehabilitación vestibular engloba el conjunto de ejercicios encaminados a favorecer la plasticidad del sistema nervioso central mediante mecanismos de adaptación o a generar otros de sustitución en los pacientes con alteraciones del equilibrio, con el fin de mejorar la estabilidad global y favorecer su incorporación a las actividades de la vida diaria. La rehabilitación vestibular contribuye a mejorar los resultados obtenidos con el tratamiento médico y/o quirúrgico.
Cualquier paciente con inestabilidad crónica, independientemente de su etiología (déficit vestibular uni o bilateral, presbivértigo, trastornos funcionales o centrales, etc.) puede beneficiarse de esta terapia. Aunque en los pacientes que aún tienen crisis agudas y recurrentes de vértigo es preferible esperar a que se estabilice la enfermedad. La rehabilitación vestibular trata diferentes patologías como: el VPPB (Vértigo Posicional Paroxístico Benigno), enfermedad de Ménière, neuronitis vestibular, síndromes multisensoriales, mareos o vértigos, entre otras.
En relación con el momento de comenzar la rehabilitación vestibular, en déficits vestibulares agudos se ha demostrado que la estimulación temprana de la función vestibular (en concreto el primer mes) parece clave para mejorar la compensación. En el resto de los pacientes con inestabilidad, dado el potencial riesgo de caídas y la disminución de la calidad de vida que originan estos trastornos, se aconseja también iniciar la recuperación lo antes posible. Además, se recomienda que los ejercicios de rehabilitación se realicen de manera supervisada, siendo una de las principales ventajas una mejor adherencia.
Los pilares fundamentales en los que se basa la rehabilitación vestibular son los siguientes:
Rehabilitación del Reflejo Vestíbulo Ocular (RVO): El RVO es el mecanismo reflejo que permite que los ojos corrijan su posición en la órbita para compensar los movimientos que realizamos con el cráneo en nuestras actividades. Si no existiera este reflejo al mover la cabeza cuando andamos o al realizar un giro, los ojos quedarían estáticos en la órbita y nuestra información ocular sería un barrido visual del entorno que no nos permitiría orientarnos. Cuando este reflejo falla, el paciente refiere dificultad para leer, para fijar imágenes mientras camina, o sensaciones desagradables al moverse en espacios donde existe mucha información visual, como supermercados, o entre gente en movimiento.
Reeducación del equilibrio estático y dinámico: Identificado el déficit sensorial responsable de la alteración del equilibrio mediante el estudio postural previo, se pueden diseñar ejercicios estáticos o dinámicos que estimulen el sistema hipofuncionante. Por ejemplo, en un paciente con déficit vestibular, si disminuimos las informaciones somatosensoriales y visuales (enfermo con ojos cerrados en la plataforma de la posturografía con la superficie móvil) se estimulará el remanente vestibular.
Ejercicios de habituación: la mejora de la sensación vertiginosa se puede conseguir mediante la habituación del paciente a aquellas posiciones en las cuales se desencadena el vértigo.
Ejercicios de mantenimiento: la gradual incorporación a una vida activa como caminar, montar en bicicleta o jugar al tenis, etc. activa tanto los reflejos vestíbulo-oculares como los vestibuloespinales de un modo natural.