La pandemia de COVID-19 ha aumentado de manera exponencial el número de intubaciones orotraqueales (IOT) prolongadas y la necesidad de traqueotomías debido a las consecuencias que la enfermedad implica para la función respiratoria. Por ello, desde SEORL-CCC, a través de su Comisión de Laringología, Voz, Foniatría y Deglución, se ha puesto en marcha un registro nacional, multicéntrico, de casos con lesiones faringolaríngeas secundarios a intubación por COVID-19 y las secuelas crónicas relacionados con estas lesiones desde marzo de 2020, y de forma prospectiva hasta el final de la pandemia por SARS-CoV-2. Las investigadoras principales son las doctoras María Estefanía Hernández García, Rosa Hernández Sandemetrio y Ana Quintana Sanjuás.
Cuando las intubaciones son prolongadas y tienen una duración mayor de 7 días se pueden producir lesiones laríngeas como edema, granulomas, úlceras o alteración de la movilidad. Estas lesiones a su vez pueden generar efectos crónicos entre los que se incluyen la estenosis de las vías respiratorias, secuelas de cicatrización en las cuerdas vocales, así como fijación de la articulación cricoaritenoidea. Todas ellas requieren de una solución quirúrgica que puede resultar muy compleja. Todos estos efectos se pueden evitar mediante la realización de una traqueotomía precoz. Sin embargo, la presión asistencial hace que a menudo esta alternativa sea demorada, lo que puede hacer aumentar las lesiones laríngeas. Un trabajo reciente publicado en Laringoscope realizado con 41 pacientes, revelan una alta incidencia de lesiónes laríngeas entre los pacientes sometidos a intubación e inserción de traqueotomía durante la pandemia.
Además, en cuanto a las lesiones relacionadas con la voz, se ha podido observar que el neurotropismo del SARS-COV-2 también puede provocar alteraciones en la movilidad y sensibilidad vocal. Por ello, los otorrinolaringólogos considera interesante conocer cuál puede ser la incidencia real y los detalles de los casos para determinar las posibles causas de disfonía y disfagia tras la infección por COVID-19.
La paresia vocal leve puede provocar clínica de fatiga de voz y problemas de rango vocal muy apreciables en la voz cantada. Las presentaciones más comunes de la neuropatía sensorial laríngea son la tos crónica y la disfunción de la deglución, aunque aún no se dispone de mucha información sobre esta afección. Un estudio reciente publicado en The Journal of Voice concluye que la disfonía es un síntoma muy prevalente y de larga duración en personas afectados por COVID-19, tras un análisis a 160 pacientes en el que el 43% informó disfonía y el 26% fatiga de voz.